El término HOGAR deriva del latín “focus”. Inicialmente hace referencia, al lugar de la casa donde se prepara el fuego pasando más tarde a hacer referencia a la CASA misma e incluso a la FAMILIA que habita en ella.
¿Cuáles son las diferencias entre CASA y HOGAR? La palabra hogar se usa para designar el lugar donde una persona vive, donde siente seguridad, calma y paz. El concepto «casa», que sencillamente se refiere al lugar habitado, al lugar físico. Muchas veces utilizamos la expresión SABOR A HOGAR. Aunque es cierto que etimológicamente son diferentes, ‘casa’ y ‘hogar’ o ‘vivienda, son dos términos indisolubles. Muchas veces se dice que el hogar está allí donde está nuestro corazón. Parece algo abstracto y que no necesita de paredes o techo, pero en realidad si lo necesita. Ésto profundiza en el hecho de que los espacios que habitamos no son meramente funcionales, sino que se construyen con las vivencias y los recuerdos.
La intimidad dentro del hogar que es clave para comprender porqué es tan importante ese contenedor, las paredes y techos. Estos límites nos aíslan del resto de la sociedad, lo que nos permite establecer nuestras propias reglas con seguridad y sin miedo de ser juzgados por el resto. Por ejemplo, sin puerta difícilmente entendemos que existe una casa. El hogar es también contar con un lugar propio que nos permita desarrollarnos, como núcleo de convivencia, pero también como individuos, como expresaba muy bien Virginia Wolf en su ensayo ‘Una habitación propia’. Es decir, el hogar ha evolucionado. Sigue siendo el espacio donde se forma la familia, pero también el lugar que nos permite desarrollarnos como individuos.
¿Por qué un determinado tipo de luz, un olor, unos colores son suficientes para evocar espacios que sentimos como HOGAR? CASA viene del latín “casa”. San Isidoro explica que casa es una habitación hecha de estacas y ramas que sirve para protegerse del frío o calor. Covarrubias dice que la palabra latina casa viene del hebreo כסה (kisá = tejer y cubrir) porque las primeras casas eran ramadas o tiendas de campaña. La construcción emocional de la vivienda tiene que ver con los recuerdos. De alguna manera idealizamos como nos sentimos dentro de la casa, o atesoramos esos momentos mágicos: una hora determinada cuando la luz se filtra con la intensidad adecuada, llegar a casa un día lluvioso y resguardarse, acariciar el tacto del sofá mientras leemos, compartir una comida con amigos o la familia… Y en todos ellos las texturas, los colores o los aromas funcionan a modo de sinestesias que desencadenan el recuerdo emocional.
¿Qué queda en nuestros hogares de esas primeras construcciones? Pero nuestras casas no guardan solo semejanzas con las primeras construcciones humanas. Técnica y materialmente las viviendas han cambiado mucho, pero en cuanto a funcionalidad y forma de distribución no tanto. Ya las primeras viviendas en aldeas 1.000 años A.C. tenían una forma de casa cuadrada, o de cubos ‘modulares’ que se iban uniendo. La puerta, las ventanas y los techos eran fundamentales, y también un fuego donde calentarse y preparar los alimentos. Aunque las cocinas y los sistemas de climatización han evolucionado, se espera lo mismo de las casas hoy que hace 3.000 años. De hecho, de alguna manera los ‘open plans’ y las cocinas abiertas vuelven a conceptos atávicos de cómo se entendía la vivienda.
Lo que si ha cambiado es la compartimentación del espacio, sobre todo, desde que el valor del individualismo fue más importante en la sociedad. Desde ese momento tener un espacio aislado del resto de miembros del hogar fue fundamental.
¿También se pueden establecer paralelismos con las construcciones de algunos animales? NIDO viene del latín “nidus” de raíces indoeuropeas con el significado de SENTARSE. El dominio del fuego, tan temido por los animales, acabaría siendo el indicio diferenciador de los asentamientos humanos. Tradicionalmente, los moradores de una casa, los miembros de una familia, se han sentado en torno al fuego, por razones que se remontan a la pura necesidad física de luz y calor. El fuego ha tenido un valor de supervivencia único para el ser humano. La preparación de alimentos en el fuego permitió al ser humano desarrollar su cerebro y le permitió ganar inteligencia. El fuego era un elemento mágico que lleva con nosotros desde antes de la casa, cuando vivíamos en cuevas: ayudaba a ahuyentar a los animales, permitía ver en la oscuridad, calentaba el espacio… Y ya era el centro de la vida. Cuando aparecieron las primeras viviendas el fuego realizaba esta misma función. Y era también el lugar alrededor del cual se reunía el núcleo de convivencia, se contaban historias y se generaba la memoria de la vivienda.
¿Cuál es en la actualidad el elemento en torno al cuál se construye el concepto de hogar? ¿Cuál es el nuevo fuego? El espacio del fuego lo ha tomado la televisión, pero ha perdido de alguna manera su función de lugar de reunión, de nodo de conexión entre los individuos. El nuevo fuego quizá sea la mesa donde se comparte la comida, ya que es el momento donde se reúnen todos los habitantes del hogar y charlan, comparten sus vivencias y a través de la narración fijan los recuerdos. Algo interesante de la posmodernidad es cómo hemos cambiado del relato único al multi relato. Y esto también ha afectado a la familia, es decir, hay muchas formas de entender la familia, muchas formaciones diferentes, incluidas aquellas donde no hay vínculos de consanguinidad. Esto ha favorecido el desarrollo de modelos de vivienda diferentes, por lo que ese fuego del hogar puede estar en diferentes espacios según la familia: una sala de estar, el sofá, la cocina, la mesa del comedor…
¿Se resiste el monitor de televisión, al redimensionarse, a dejar de ser ese sustituto del fuego al que se dirigen todas las miradas? Aunque es cierto que existe una tendencia para arrebatarle esa posición tan protagonista a la pantalla, al televisor todavía le queda algo de fuelle, pero es muy posible que ‘desaparezca’. Pero para ello serán necesarias dos cosas: por un lado tiempo, ya que para las nuevas generaciones existen pantallas más importantes que la tele; y por otro lado desarrollo tecnológico, con sistemas de proyección que permitan desvincular imagen audiovisual de contenedor físico.
¿Por qué el hogar puede llegar a convertirse en un territorio hostil? “COMO EN CASA EN NINGÚN SITIO” Tanto tiempo intentando que en el trabajo nos sintiéramos como en casa y hemos acabado sintiéndonos en casa como en el trabajo. Pasa en muchas ocasiones, y durante el ‘encierro’ hemos tenido tiempo de analizar si nuestra casa contiene elementos ‘hostiles’. La propia tradición constructiva en nuestro país a partir del boom inmobiliario de los 60 es bastante hostil, si nos fijamos tanto en la calidad constructiva, como en la distribución de la vivienda, que niega cualquier tipo de familia que no sea la que por entonces se consideraba ‘estándar’ y ‘deseable’. Es hoy cuando comienza a cambiar, pero muy poco a poco. Lo cierto es que la experiencia de comprar una vivienda nueva es frustrante, porque a pesar de la gran inversión que supone para la mayoría de los hogares, hay muy pocas cosas en las que se puede opinar. Viviendas que no tienen en cuenta el clima de la zona, distribuciones amorfas para aprovechar cada centímetro cuadrado de una promoción, baja calidad acústica y térmica, falta de acceso a vivienda de calidad, poco espacio… En realidad hay miles de cuestiones por las que la vivienda puede ser hostil. Y aún en esos casos, nuestro hogar sigue siendo un refugio único.
¿Qué podemos hacer para no empezar a sentir la casa como una limitación, especialmente en el caso de la aparición del teletrabajo? Una famosa cadena de muebles nos proponía una frase alternativa para esos felpudos: “Bienvenido a la República independiente de tu casa”. Algo que casa muy mal son los espacios abiertos y el teletrabajo. Aunque tienen beneficios obvios para la calidad de vida, pues reduce los tiempos de desplazamiento; también tiene consecuencias negativas, pues nuestro ámbito laboral se ‘cuela’ dentro del espacio más íntimo de nuestras vidas. Todo esto es fruto de una nueva cultura del trabajo 24/7 donde no existe la desconexión. Definir y respetar los límites entre vida y trabajo serán claves fundamentales de la discusión social y personal en los próximos años.
¿Son tan independientes nuestras pequeñas repúblicas? ¿Es posible personalizar los espacios recurriendo a esa supuesta democratización del diseño que encontramos en esas grandes superficies? A la vez que la democratización del diseño ha traído muchos beneficios también ha supuesto estandarización. Este es un debate que estamos teniendo ahora y que es fundamental para entender cómo se forma la cultura de un lugar. Es difícil hablar de repúblicas independientes cuando todas las casas se parecen, no solo en lo estético sino también en lo funcional. Vivimos en un momento donde se está replanteando esto, y lo estamos viendo en casos por ejemplo de cooperativas de construcción, incluso también en como grandes cadenas de muebles están personalizando producto o cambiando su catálogo según ciudades o incluso barrios.
¿Qué se puede hacer con esos departamentos que son como cajas de cerillas para hacerlos acogedores? En el cuento de los LOS 3 CERDITOS, se suceden una casa de paja, una de tablas de madera y una de ladrillos y se asigna cada una de ellas a un nivel de desarrollo de las capacidades de cada anfitrión.
No existe un estándar respecto a cuanto espacio individual necesita cada miembro de una unidad de convivencia dentro de la casa, pero la intimidad es una cuestión fundamental para conseguir un hogar acogedor. Por otro lado, el problema de las viviendas de reducidas dimensiones no es solo es espacio – que también- sino la calidad ambiental. Esta es una batalla donde los diseñadores de interiores llevan mucho tiempo. Creo que estamos evolucionando mucho en cuanto a cultura del diseño. Ahora bien, los nuevos modelos de negocio digitales también están entrando en este terreno y, al igual que está sucediendo por ejemplo en la salud mental, van a introducir mucha precariedad en el trabajo. Eso tendrá también su reflejo en la calidad del diseño de interiores, que tiene el riesgo de convertirse en una ‘commodity’.
Como en el modernismo barcelonés ¿Siguen siendo las casas la manera más inmediata de evidenciar el poder económico de las familias adineradas? ¿Es posible socializar el interiorismo y llegar a todos los estratos? La última acepción de HOGAR es FAMILIA. Y en al actualidad hemos visto florecer muchos modelos familiares diferentes al tradicional. Hay sin duda una cuestión de estatus relacionada con la vivienda. Hay cuestiones de la casa aspiracionales, pero quizá no tan funcionales, como tener un ‘walking closet’, o una isla de cocina. Pero, ¿hasta qué punto determinadas cosas en la casa mejoran la calidad de vida? Democratizar el interiorismo es complicado, ya que al contrario que los objetos no se pueden industrializar. Y si lo hacemos se cae en las fórmulas, algo que es contrario a la práctica de un interiorismo de calidad. Precisamente los nuevos modelos de negocio del e-design ofrecen fórmulas y, en muchas ocasiones confunden el ‘styling’ del espacio con el interiorismo, con lo que estamos ante una lógica un tanto perversa cuando hablamos de ‘democratización del diseño de interiores’.
¿Exigen estos distintos modelos familiares espacios radicalmente diferentes o subyace en ellos un patrón común sobre el que abordar las distintas particularidades? Cada vez son más las personas que deciden vivir solas y cada vez son más las que deciden compartir su soledad. La visión posmoderna de la familia introdujo nuevos modelos de organización dentro de la vivienda. Las personas que viven solas son un claro ejemplo, pero también las familias reconstituidas que son una de las formaciones que más abundarán en el futuro. Todo esto ha llevado a que nos replanteemos cómo organizamos la vivienda. Las cooperativas de construcción, los edificios autogestionados y la nueva generación de ‘comunas’ son fundamentales para entender cómo cambiará la vivienda en los próximos años. Por ejemplo, en Reino Unido ya existen cooperativas de amigos que establecen redes para la jubilación, adquiriendo propiedades en pequeñas poblaciones para retirarse a modo de comunidades de cuidado.
¿Vuelve a ser esta agrupación otra revisión del modelo de familia con necesidades de espacios similares o es una suma de individualidades? El modelo familiar se está cuestionando cada día, apareciendo idiosincrasias únicas para entender el núcleo de convivencia. Desde el diseño es muy interesante como algunos profesionales están plasmando sus utopías de cómo será la ciudad del futuro y cómo se organizarán los bloques de viviendas.