¿Es el cuerpo humano una entidad perfecta? ¿Cómo pueden el arte y el diseño mejorarlo? ¿Cuál es el balance ideal entre cuerpo y mente? ¿De qué manera los medios actuales afectan la percepción que tenemos de nuestro cuerpo y el de los demás? En este capítulo nuestras invitadas hablan de los límites y potencialidades del cuerpo y de algunos procesos para su transformación. Evidencian el daño que los estereotipos ejercen en la construcción de la identidad, y proponen un espíritu crítico para desafiar la normativa actual y una mayor tolerancia que respete la diversidad y abrace la imperfección.

Con:
Maribel Doménech. Artista visual y docente BBAA en la UPV. 

Alejandra Gandía Blasco. Subdirectora creativa Gandía Blasco.

Carmen Sevilla. Docente EASD Valencia.


Maribel Doménech opina que en cada periodo histórico deberíamos tener una definición diferente de lo que significa tener una mente y un cuerpo sanos. Los medios de comunicación y las redes sociales actuales explotan un tipo de cuerpo y mente que no responde a la realidad. Aludiendo a los estudios de Bauman sobre la “sociedad líquida”, 
Carmen Sevilla plantea que los valores de nuestros antepasados se han diluido y que ahora somos más frágiles y fáciles de manejar. Que vivimos en una época que nos dificulta que nos aceptemos tal y como somos, imperfectos. Maribel nos propone experimentar una pequeña regresión a un estado más natural y elegido que nos permita desarrollarnos de forma más emancipada.

Para Alejandra Gandía Blasco, el diseño del entorno determina cómo sentimos nuestro cuerpo y condiciona la potencialidad del yo entendido como conciencia. Dependiendo del tipo de espacio en que estemos, nuestras sensaciones se enriquecen. Según Alejandra, los espacios deberían diseñarse teniendo en cuenta las limitaciones constructivas y con el propósito de generar ambientes donde el cuerpo humano se sienta conectado e implicado con los cinco sentidos.

Para Carmen, un cuerpo sano es el que te permite vivir sin dolor, hacer lo que quieras, caminar, saltar, comunicarte, conocer tu entorno, explorar… sin necesidad de recurrir constantemente a elementos externos para funcionar con normalidad.

Jugando con la posibilidad de rediseñar el cuerpo humano y ante la pregunta “¿Qué mejora le harías?”, Carmen responde que modificaría nuestro proceso de obsolescencia programada: en vez de que el individuo pierda paulatinamente sus habilidades físicas y mentales (como ocurre ahora), haría que se mantuvieran intactas hasta que de pronto el cuerpo dejara de funcionar, como las impresoras.

Haciendo referencia a la modificación del cuerpo como práctica artística, Carmen nos habla de Moon Ribas, la bailarina catalana que lleva en los pies unos chips que vibran cada vez que hay un temblor en alguna parte del mundo.

Alejandra opina que el diseño y el arte pueden ayudar a conseguir el equilibrio cuerpo-mente, expandiendo nuestros propios límites físicos, entendiendo que el cuerpo y la mente son estados de conciencia. Para Alejandra es desmesurado darle una excesiva importancia a uno u otro, y le resulta absurdo pensar solo en el cuerpo sabiendo que a éste lo rige la mente.

En palabras de Carmen, los profesionales del arte y del diseño son creadores de cultura y su trabajo es fundamental para romper estereotipos y cambiar el entorno. Como ejemplo de ello, menciona un proyecto reciente de la artista española Yolanda Domínguez, que utilizando el mismo lenguaje que la campaña de otoño del Corte Inglés, difundió una serie de fotografías donde mujeres con todo tipo de cuerpos aparecen portando el característico vestido, sustituyendo a la mujer heteronormativa de la publicidad.

Carmen nos invita a cultivar nuestro encanto personal, la apreciación de la propia belleza, nuestra conexión con el otro… Y nos recuerda que la belleza del cuerpo no es meramente estética; el cuerpo es bello cuando se mueve, cuando habla, cuando se desplaza…

Tras la pandemia estamos en un momento de reflexión. Maribel nos propone parar y recuperar el orden de las cosas, destacando que el principal objetivo de la sociedad debería ser la aceptación de nosotros mismos, abrazando nuestra imperfección. Porque una sociedad tolerante siempre será más feliz.